La primera fotógrafa mexicana, cuya obra se aprecia como una "biografía visual" de la vida cotidiana, la arquitectura, de grandes líderes y personajes populares del México moderno.

Dolores Martínez de Anda nació en Lagos de Moreno, Jalisco el 3 de abril de 1903. Junto con su padre y su hermano, se mudó a la Ciudad de México y cuando tenía 13 años su padre murió de manera repentina. Ella y su hermano fueron acogidos por sus tíos.
En 1925 Lola se casó con un viejo amigo de la infancia, Manuel Álvarez Bravo, quien se convertiría también en un destacado fotógrafo. La pareja se trasladó a Oaxaca por el trabajo de Manuel y fue entonces cuando Lola comenzó a acercarse a la fotografía; instalaron un cuarto oscuro de revelado en la cocina de su casa y Lola ayudaba a su esposo a mezclar los químicos, revelar, copiar e imprimir sus fotografías.
En los años 30, después de su separación de Manuel, Lola inició formalmente su carrera como fotógrafa colaborando en una revista editada por la SEP, El maestro rural y en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR).
Colaboró con artistas como Diego Rivera, Frida Kahlo, María Izquierdo, Rufino Tamayo y David Alfaro Siqueiros. Trabajó en las revistas Vea, Voz, Avance, Futuro, Espacio y Novedades, y también, para el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, para el que documentó obras de arte, producciones de teatro, danza y eventos oficiales.

Álvarez Bravo fue, además, una promotora cultural; realizaba exposiciones y galerías en honor a sus amigos artistas con la finalidad de darles visibilidad y alentarlos a continuar creando arte.
“Si mis fotografías tienen algún significado es que representan un México que alguna vez existió.” – Lola Álvarez Bravo
Influenciada por fotógrafos como Edward Weston, Tina Modotti y Manuel Álvarez Bravo, Lola fotografió una amplia variedad de temas: imágenes documentales de la vida cotidiana en pueblos de México y de las calles de las ciudades o retratos de grandes líderes y personajes populares. En su trabajo también destacan experimentos de forraje y fotomural.
Reconocida con diversas distinciones y premios, presentó su primera exposición individual en 1964 y a partir de entonces, sus fotografías han sido publicadas y expuestas en México y Estados Unidos.
Lola Álvarez Bravo continuó tomando fotografías y realizando exposiciones, hasta que quedó ciega a los 86 años. Cuatro años después, el 31 de julio de 1993, falleció en la Ciudad de México.
“Busco la esencia de los seres y de las cosas, su espíritu, su realidad. El interés, la experiencia propia, el compromiso ético y estético forman el tercer ojo del fotógrafo. Hay quien lo enfoca hacia el paisaje, yo me siento atraída por los seres humanos.” – Lola Álvarez Bravo




















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