Rufino Tamayo, pintor y muralista mexicano reconocido a nivel mundial, conjugó su herencia mexicana y el arte prehispánico con las vanguardias internacionales.

Rufino Arellanes Tamayo nació en Oaxaca, Oaxaca, el 26 de agosto de 1899 en el seno de una familia indígena zapoteca. En 1911 queda huérfano y emigra a la Ciudad de México, donde ingresa a la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Rufino abandonó sus estudios en 1917 y se dedicó a pintar e investigar por su cuenta.
En 1921, consiguió la titularidad del Departamento de Dibujo Etnográfico del Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México. En 1925 alquiló su primer estudio en la calle de La Soledad.
Tamayo se instaló en Nueva York en 1926 donde vivió durante más de veinte años y ocupó numerosos puestos como profesor de pintura.

Junto con con Siqueiros, Orozco y Rivera incursionó en el muralismo. Sus murales se diferenciaron ya que Rufino plasmó el vínculo entre el México de su época y sus raíces indígenas.
Desde los años treinta en adelante, exhibió su obra regularmente en exposiciones colectivas nacionales e internacionales: Guggenheim Museum de Nueva York, Reina Sofía de Madrid, San Francisco, Chicago, Cincinnati, Oslo, México y París.
En la XXV Bienal de Venecia, en 1957, se instaló la Sala Tamayo, acontecimiento que despertó el interés de los críticos europeos. Fue galardonado con el premio de la Legión de Honor del gobierno francés y otros premios de primera importancia.
Rufino Tamayo falleció a los 91 años, el 24 de junio de 1991 en la Ciudad de México.

Tamayo pintó más de 1,300 óleos, realizó 465 obras gráficas, como litografías y mixografías, 350 dibujos, 20 murales, así como un vitral.
Sus murales se encuentran en el Palacio de Bellas Artes, El Museo Nacional de Antropología y el Conservatorio Nacional de Música en México. Fuera de México en el Dallas Museum of Fine Arts, la Biblioteca de la Universidad de Puerto Rico y en la sede de la UNESCO, en París.
"Tamayo es color, es perspectiva: Tamayo es lienzo, y la multiplicidad de posibilidades que el pincel ofrece". – Andrea Fischer
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